Blood |Klaus|

Apenas podía pasar las hojas de aquel libro. Lo había mirado ya mil veces por lo menos, era lo único que me quedaba aparte de mi sucio vestido y mi cuerpo apestoso. Daba asco, estaba en unas pésimas condiciones, pudriéndome en esta asquerosa iglesia. Claro estaba que era lo que querían, pero bien, mejor aquí dentro, que allí fuera. Klaus me estaba buscando y estaba claro que aquí no podría entrar. Mientras todos pasaban el peligro fuera yo, etaba aquí dentro mirando el retrato de mis padres, pensando y si todo pudiera ir mejor tendría una taza de té al lado.

La luz comenzó a tambalear. Tenía sed, estaba sedienta de sangre. Mi corazón intentaba bombear la poca sangre que me quedaba, estrujandome poco a poco, intentando sacar de donde podía. Hacía daño, pero, como otras cosas, lograría superarlo, no me dejaría vencer, tarde o temprano iban a necesitar mi ayuda aunque no lo creyeran necesario. Sabía todo lo que necesitan, y me tenían aquí, y cuando se dieran cuenta de realmente lo que yo sé, vendrían a por mí.

Escuché unos pasos acercándose. Era de día, por lo que pude observar. Sinceramente, ya no sabía cuanto tiempo llevaba aquí, pero si no llega a ser por la sangre que me trajeron, probablemente estaría más seca de lo que estoy. Acaricié el retrato de mis padres, sin hacer caso a aquella persona que estaba detrás mío. Notaba seguridad, frialdad, puede que también maldad. Pero prefería no girarme, sabía perfectamente quien era, pero aquí dentro no tenía miedo, sabía que no podía hacerme nada. Además, ahora no era a mí a quien buscaba, aunque, quisiera vengarse por a ver protegido mi vida y hacer que espera para encontrar a otra doble.

- ¿Debería sentirme halagada por tu visita? - dije arquéando una ceja sin apartar la mirada de libro, del rostro de mis padres.

Cerré el libro de golpe, y me incorporé como si no pasara nada, como si realmente no necesitara nada para continuar con vida. Me giré comprobando quien era. Exactamente, no me había equivocado. Klaus, era mi nueva visita.

- Te reconforta verme aquí. ¿No es así? - dije acercándome - Justo donde querías que estubiera, aunque era mejor si antes rompias la maldición. ¿No? - sonreí, la verdad, no tendría que jugar, y menos con él, pero ahora mismo, estaba más muerta que viva, y realmente, dudaba que entrara a por mí. Aunque fuera un original, no se atrevería a hacerlo. Él único que podía levantar el hechizo era Elijah. Su muerte, haría mi liberación. O al menos eso creía.