Sleepyhead | Charls |

Iba por los pasillos como un Zombie, ayer había sido mi primera transformación en Mystic Falls y estaba echa polvo, ya que no había dormido nada. A primera hora me había dormido, y me había llevado una amonestación por parte del profesor. A segunda había faltado poco para dormirme de nuevo, pero había conseguido mantenerme en mi sitio, aunque a duras penas. Ahora, en el descanso, necesitaba tomar más café, o me desmayaría en medio del pasillo.

Me dirigí a la maquina de café, arrastrando los pies, y me puse a la cola. Cuando me llegó el turno saqué las monedas de mis vaqueros, iba con una camiseta de The Ramones y unas converse, y lo puse en su sitio, presionando los botones para un café bien cargado. Una vez listo, lo cogí y soplé, ya que estaba ardiendo.

Primer día de clase. No tenía ganas de ir, y ya no era por la muerte de Carmen, seguía muy mal por eso pero no era la razón por la cuál quería quedarme en casa. El motivo de ello era que estaba cansada, tenía sueño, como siempre. Y no me gustaba ir a clase, y ahora que iba a empezar en un instituto nuevo aún menos. Tenía miedo de que volviesen a comportarse conmigo allí que en Texas, porque aquí estaría durante un tiempo y no quería volver a soportar lo mismo, necesitaba amigos... Aunque fuesen uno o dos. Se dice que más vale tener un buen amigo que varios y que sean malos, como los de Wichita Falls, todos eran unos falsos traidores.

Dejé mi Mitsubishi negro en el aparcamiento del instituto y bajé cargándome la mochila a la espalda. Caminé hasta la entrada con la cabeza agachada aunque parecía que todos tenían un gran festival allí afuera, con suerte ni me verían pasar. La primera clase fue de Historia, y aunque me encantaba esa asignatura fue por mortal por el sueño que tenía. Sólo quería que llegara el descanso pero cuando quise ir a la cafetería me di cuenta de que no sabía dónde se ubicaba y me quedé en el pasillo, con la espalda pegada a la pared, mordiéndome el labio y con dos libros entre los brazos, me daba mucha vergüenza preguntar a alguien. Y desde allí pude ver cómo crecía la cola para la máquina del café. Después seguí mirando a la gente que pasaba por delante de mí y suspiré, seguía sin atreverme, pero tenía mucha hambre... Mis tripas se quejaron y yo me llevé una mano al estómago.

Con mi café calentito en las manos, eché a andar por los pasillos hacia la cafetería. Era hora de comer, y si no me daba prisa, las aves de rapiña se comerían todo lo bueno y tendría que volver a comer esa "carne sorpresa". Sorpresa era su sabor, no sabía de que era, pero estaba asquerosa, y su aspecto no era mucho mejor. Me negaba a volver a comer eso, con lo revuelto que tenía el estomago por anoche, al igual que la cabeza por la charla con la zorra esa, iba a vomitar.

Eché a andar, tomando sorbos de mi café, que ya estaba a una temperatura normal, y entonces vi a una chica parada en el pasillo. No la había visto nunca, así que debía ser nueva. Parecía perdida, y no sabía si preguntarle, porque no era Miss Simpatía, obviamente, pero al escuchar sus tripas rugir suspiré para mis adentros y me acerqué.

-La cafetería está en esa dirección.

Dije señalando hacia donde yo me dirigía.

Me estaba poniendo de los nervios, calentándome la cabeza sobre qué hacer y qué no. ¿Le preguntaba a alguien? Podía hacerlo pero corría el riesgo de que me rechazaran ¿Y si me mandaban a paseo de la peor manera? Vale, era una catastrofista, lo había heredado de mi madre, pero es que aquello era tan superior a mí... Pero una chica se me acercó y me indicó dónde estaba la cafetería. ¿Cómo sabía que quería ir allí?

Miré hacia el lugar que me había señalado y di dos pasos hacia allí, pero entonces me detuve y me di la vuelta para mirarla con el ceño levemente fruncido por la confusión. Señalé con el pulgar en dirección a la cafetería.

- ¿Cómo has... Cómo sabías a dónde quería ir?-pregunté un poco nerviosa, estaba temiendo que se me echara encima, no en el sentido literal, claro.

Ella echó a andar hacia donde le había indicado, pero a los dos pasos se giró y me miró, preguntándome como había sabido que quería ir a la cafetería. Me encogí de hombros y sonreí levemente.

-Bueno, por la hora que es y... No se, que te han rugido las tripas. Hace una semana a mi también me pasó lo mismo, así que no te preocupes.

No quería que se pensara que era una entrometida, o que creía que era idiota por no saber donde estaba la cafetería. Es más, era cierto lo que había dicho sobre la semana pasada, yo también me había perdido, el problema había sido que nadie me había indicado el camino.