House of Wolves | Libre

Había encontrado aquel lugar pocos días después de mudarme a Mystic Falls. Hasta que no encontrara un sitio perfecto donde atarme y encerrarme las noches de luna llena no descansaría tranquila, así que daba largos paseos por el bosque en cuanto tenía ocasión, diciéndole a mi padre cualquier excusa, aunque tampoco se preocupaba mucho, es más, estaba contento de que no me quedara encerrada en mi cuarto leyendo y escuchando música tardes y tardes, sin hacer nada más que mis tareas y estudiar, ir al baño, y comer.

En una de dichas excursiones, llegué a las ruinas que, según tenía entendido por varios libros de la biblioteca que leí después, pertenecían a las antiguas casas de Mystic Falls, de las familias fundadoras. En un principio no les hice mucho caso, la mayoría eran pocas piedras sueltas, unas encimas de otras, formando alguna que otra pared, pero nada que pudiera servir para contenerme. Entonces descubrí una especie de pequeña abertura, que llevaba a unas escaleras. Tras despejarlo y bajar, estaba bastante oculto por piedras y malas hierbas, descubrí una especie de cámara, con una puerta de metal, que llevaba a unos calabozos. Obviamente las cadenas estaban en malas condiciones, pero yo tenía unas que podrían aguantar.

Era el día, con mi mochila al hombro me adentré en los calabozos. Cerré las puerta tras de mí, cerrándolas con una cadena que había comprado expresamente para ello. Me desvestí, quedando en ropa interior, apilando la ropa en un montón para la mañana siguiente. Comencé a poner las cadenas, agarrándolas a las paredes, mirando que fueran lo suficientemente fuertes. Después me encadené, como llevaba haciendo desde hacía meses. Pronto comenzaría el dolor, ahora era más soportable, pero no quitaba que fuera horrible...

Escuché la voz antes de que su dueña apareciera en mi campo de visión, era algo que me había ocurrido desde el accidente, mis sentidos se habían agudizado mucho, sobretodo la vista, el olfato y el oído. Obviamente, me quedé algo confusa cuando me llamó "lobito", ¿Como coño lo sabía? Quizás ella también lo era.

Apareció ante mi, una chica mayor que yo, de unos 25-30 años, al menos aparentes. Sonreía como si le hiciera gracia verme allí atada. No era algo normal, la gente se volvería loca, o llamarían a una ambulancia creyendo que me había dado un ataque de locura esquizofrenica.

-Lárgate.

Le espeté con dureza, mirándola fijamente. Comenzaban a dolerme los brazos, era lo primero. Luego vendrían las piernas, el torso... Y al final sería un lobo. No podía permitir que se quedara allí, o la mataría, estaba segura, sobretodo porque su olor me desagradaba mucho, muchísimo.

En esos momentos no estaba para hacer preguntas sobre sus conocimientos lobunos. Simplemente me quedaba ahuyentarla para que se fuera y así no hacerle daño. Me aguanté una mueca de dolor, mientras se me contraían los músculos de los brazos, haciendo que se me cortara la respiración por unos instantes.

-No se a quienes habrás conocido como yo, pero no me gusta ir matando a gente... Eso si, como no te vayas vas a acabar siendo mi comida, aunque creo que eso te gustaría, si no, ¿Para que vienes?

Le gruñí por lo bajo, mientras me venía otra oleada de dolor. Cerré los ojos, y al abrirlos la miré jadeante. Llevaba dos años transformándome, pero todavía no conseguía que me dejara de doler, aunque cada vez era más rápido.

-Novata... Llevo dos años, y no estoy segura de si estas cadenas aguantarán, así que vete.

Me reí a carcajadas de ella, antes de que otra oleada de dolor me hiciera caer sobre mis rodillas. Apreté los dientes, mientras el sudor perlaba mi rostro, cayendo sobre mi blanquecina piel. El pelo se me iba pegando, mientras que las pupilas se me dilataban. Los huesos comenzaron a retorcerse, y gemí de dolor.

-Se dice "record" con "d", aprende a hablar.

Dije alzando la cabeza, con un jadeo ahogado, mientras la miraba como si fuera idiota. Seguramente lo sería, o si no, era masoquista y quería morir. No era normal que se quedara allí como si nada cuando dentro de cinco minutos una bestia sin conciencia podía estar libre de las cadenas que la ataban.

Ignoré su primer comentario, por primera vez en mi vida desde que me había transformado, me daba igual el poder hacer daño a alguien, es más, algo dentro de mi quería arrancarle los brazos y verla sufrir, aunque intentaba acallarla. Obviamente, a medida que me iba transformando, me era más complicado acallarla, ya que era mi parte animal.

Ella dijo algo que oí a duras penas, ya que los oídos me martilleaban violentamente, mientras mi cuerpo comenzaba a cambiar. Me arañó la espalda, y en un intento inconsciente lancé un zarpazo, pero no surtió efecto, ya que no estaba transformada del todo.

-Por lo menos esto es una vez al mes, lo tuyo si que debe de ser duro, tener esa cara de gilipollas todos los días del año.

Lo último que escuché fue "divina de la muerte". Porque después el dolor se volvió muy intenso, hubo un fogonazo de luz, y después oscuridad. Cuando abrí los ojos, con un dolor intenso en el cuerpo, solo tenía vagas imágenes luminosas y memorias, sobretodo auditivas, de mis horas como lobo. Estaba completamente desnuda, y con una mano temblorosa saqué la llave de entre los jirones de ropa que eran ahora mi sujetador y mi braga. Con ella abrí el candado principal, y de ahí fui desatándome con torpeza.

Cuando hube terminado, me vestí, tenía varios rastros de sangre seca, ninguna herida, como siempre, me habría infligido cortes al chocarme contra paredes o al intentar morder las cadenas, pero se habían curado. Me recogí el pelo enmarañado en una coleta y recogí el lugar. Solo quería volver a casa, ducharme y dormir, pero en mi mente seguía la pregunta sin contestar sobre la chica que había aparecido por allí.