Conociendo Mystic Falls, ¿Sola?{Willa}

Había llegado hacía un par de escasos días a Mystic Falls, no me gustaba ser la nueva, más que nada porque aparte de que no conocías a nadie no tenía ni idea de cuánto tiempo iba a quedarme aquí.

En los últimos tres años me había mudado muy a menudo con mi madre, y eso que antes de eso siempre había vivido en Richmond, pero a los 14 o 15 años según se mirara habíamos empezado a mudarnos, mi madre había perdido su empleo en Richmond y consiguió uno en Chesterfield, pero poco después nos habíamos mudado lejos del estado de Virginia, aunque aun en Estados Unidos, y ahora había vuelto de nuevo al estado de Virginia procedente de Alemania, después de que mi madre decidiera que quería volver cerca de donde habíamos vivido la mayor parte de mi vida, pero en lugar de volver a Richmond, había acabado en Mystic Falls.

Esperaba que si me gustaba el lugar no tuviera la mala suerte de tener que mudarme de nuevo, el lugar parecía un buen sitio y bueno, estar cambiando de ciudad cada dos por tres no me acababa de gustar.
Salí de casa caminando con tranquilidad, alrededor no veía más que casas y casas, evidentemente no pegadas, pero si ocupando gran parte del paisaje. Me aturé delante de una casa cualquiera y me até los cordones de mis zapatos, los cuales llevaba pisándome un rato.

Habían pasado varias semanas desde mi llegada a Mystic Falls, y todavía no conseguía adaptarme del todo. Pero era algo normal, suponía, ni siquiera encajaba en California, ¿Por que lo iba a hacer aquí que nadie me conocía? Simplemente, no querían hablar conmigo, y era lo más normal del mundo, seguramente les espantaría con mi ceño fruncido y mi gesto borde.

Era domingo por la mañana, mi padre seguía durmiendo, ya que había tenido que trabajar el día anterior. Me preparé un café y salí al porche de la casa tapada con una manta. Me senté en un pequeño banco-columpio que teníamos. Era lo que más me gustaba de la casa, ya que mi cuarto era bastante simple, una cama cubierta por una mosquitera, luces de colores por las paredes, un escritorio con un portátil, un armario con alguna que otra foto, un lector de vinilos y de CDs y una alfombra peluda que daba gusto tocar con los pies descalzos.

Me cubrí bien con la manta, columpiándome lentamente, mientras me tomaba mi café, observando como una chica se paraba a atarse los zapatos.

Acabé de atarme los zapatos y miré el resultado, perefcto, seguro que aguantarían más esta vez pensé. Me incorporé y mi mirada topó con la de una chica, la cual estaba mirando en mi dirección. Sonreí levemente a la chica, la cual estaba columpiandose lentamente tapada con una manta y con un café en mano, no me extrañaba con el frío que hacía a esa hora.

Me acerqué un poco-Hola-saludé con tímidez con una pequeña sonrisa que reflejaba bien mi timidez, igual quería hablar y no estaría de más conocer a los vecinos, ya que no vivía demasiado lejos de mi casa y parecía tener más o menos mi edad.

La chica terminó de atarse los zapatos y los miró como si fueran una obra de arte. Eso me hizo sonreír, porque parecía ser muy perfeccionista. Yo me los ataba rápidamente y sin prestarle mucha atención. Entonces alzó la vista y me vio mirándola. En un primer momento quise apartar la mirada, pero ella me saludó tímidamente.

-Hola.

Le contesté al saludo. Si no me hubiera saludado así, con tanta timidez, seguramente no la habría contestado, pero no parecía una mala persona, así que no perdía nada.

Escuché su respuesta, bien, eso quería decir que tenía ganas de hablar, sino hubiera pasado deliberadamente de mí ¿No?. Me fijé en su casa, era de más o menos el tamaño de la mía, exteriormente hablando claro y tambien muy parecida, en realidad las casas se parecían bastante entre ellas por aquí cerca.
-Bonito balancín-comenté refiriendome a ese banco en el que se columpiaba ella, había tenido yo uno parecido pero en otro color en Richmond, me acordaba perfectamente de ello.
-Soy Scarlet-me presenté a la chica, parecía buena persona, aunque en realidad viera bueno a la mayoría. Jugué con un mechón de pelo unos segundos mientras sentía el viento alborotar mi pelo.

La miré y miré el balancín, de una madera oscura acorde con la pintura de la casa y cojines blancos. No era nada más allá de un balancín normal, así que seguramente lo diría por ser cortés conmigo y entablar una conversación. Comenzar a hablar con alguien siempre era tenso, y en mi caso era el doble de tenso, ya que nunca sabía que decir.

-Em... Gracias.

Intenté sonreír, aunque no me salió una sonrisa muy amplia. Se presentó, y yo pensé en no hacerlo, porque era atarse un poquito más, esa persona ya sabía tu nombre, sabía algo más de ti... Pero decidí ser una persona medianamente normal por un día.

-Yo soy Willa, encantada.

Comenzar a hablar con alguien me costaba, mi timidez lo dificultaba, pero mis ganas de conocer gente y una sonrisa ayudaban la mayoría de veces. Por eso mismo había dicho algo tan estúpido como lo del balancín, pero realmente no sabía que otra cosa decir.
Ella se presentó
-Igualmente-dije, ahora sabía que se llamaba Willa, me gustaba el nombre, aunque era lo suficientemente corto como para que la gente no le pusiera apodos, era más facil con los nombres largos.

No sabía bien que decir, aunque poco a poco iba venciendo la timidez-¿Hace mucho que vives por aquí?-
le pregunté con simpatía, realmente si era de aqui le pediria si podía enseñarme un poco donde estaba todo, como por ejemplo el Instituto, en un par de días me incorporaría a las clases y desconocía donde estaba.

Le sonreí algo más ampliamente en contestación a su "igualmente". Entonces se creó un silencio algo incomodo que solo el chirrido del balancín rompía, aunque eso igual lo volvía todavía más incomodo. Me mordí el labio, con nerviosismo, y al darme cuenta, me lleve la taza a los labios, para que no se me notara, tomando un trago de café, que pasó por mi garganta calentándola. Me puse un mechón de pelo tras la oreja, aunque no se quedó en su sitio, ya que lo tenía bastante rebelde, mientras la escuchaba.

-N-no... Acabo de llegar, llevo aquí una semana o dos. ¿Tú también eres nueva?

Si así fuera sería un alivio, podríamos empezar las dos de cero, suponía que ella no conocería a nadie, como yo, y, bueno, podría tener una especie de amistad, no me haría daño, simplemente no le contaría mi secreto, por muchas ganas que tuviera de decírselo a alguien y dejar que me consolaran.

Escuché su respuesta con su consecuente pregunta, la verdad era que hablabamos de lo más típico, pero era mejor que un incomodo silencio como el de antes, sin lugar a dudas

-Llegué hace un par de días, no conozco a nadie, bueno, ahora sí-dije, en cierto modo aunque no pudiera ayudarme a adaptarme a la ciudad si que estaba bien que fuera nueva en el sentido de que podiamos llegar a ser amigas, y estaría bien tener a alguien con el que explorar y ir conociendo Mystic Falls, ya que ninguna de las dos llevaba mucho tiempo aquí y tendríamos que empezar ambas de cero, nueva gente, nuevo lugar, nuevo todo.

Mi pelo que hoy caía lejos gracias al viento se había puesto todo en mi cara, tapandome la visión por lo que me lo aparté como pude y me peiné un poco con los dedos, la verdad es que no tenía un aspecto muy cuidado ese día, esperaba que no se llevara la impresión de que era una guarra que ni se peinaba.

Sonreí con sinceridad por primera vez en mucho tiempo. Al menos no era la nueva y la pringada de turno... No estaba sola. Aunque ya estaba viendo que Scarlet haría amigos pronto, a diferencia de ella, y la abandonaría. Era algo que solía suceder, ya que no me encontraba cómoda con la gente, me costaba abrirme, dejar que me conocieran, así que se aburriría de mi y adios muy buenas.

-¿Quieres sentarte?

Dije haciendole un hueco, moviendome hacia la derecha para que mis pies le dejaran un lugar en el balancín. Me llevé la taza de nuevo a los labios y bebí otro trago, espectante.

La sonrisa que mostró esta vez Willa, se veía sincera, tiene una sonrisa bonita pensé, poco a poco iba conociendo a gente en Mystic Falls, y eso era algo bueno, muy bueno, solo esperaba que no tuveira que volver a mudarme, eso lo jodería todo, volver a empezar otra vez cuando ya veía que podría adaptarme en poco tiempo.
Escuché su pregunta y asentí con la cabeza acercandome a al balancín para después sentarme en el hueco que había dejado ella libre una vez ella se hubó movido sus pies.
El balanceó era agradable y se estaba bien sentada como estaba en ese balancín, me traía recuerdos, de otros años, otros sitios, y eso que el balancín de hecho no se parecía tanto el viejo balancín de Richmond.
-Hace frío hoy-comenté mirando al cielo.

Ella se sentó a mi lado, y por otro rato tuvimos un silencio, aunque menos incomodo que el anterior. Scarlet lo rompió de nuevo, diciendo que hacía frío. Era cierto, muy cierto, por eso había salido con la manta, ya que el pijama no era suficiente. Comencé a reirme, era raro que me riera, mi propia risa me sonaba rara hasta mi, un sonido que hacía mucho no oía.

-Perdón, perdón... Es que es la típica conversación de ascensor y me ha hecho gracia, perdona... ¿Quieres una manta o algo?

Dije aún con un rastro de la risa en el rostro. Había sido un ataque estúpido de risa tonta, pero sentaba bien volver a reirse sin tener que forzarlo.

Ella empezó a reirse de mi comentario, realmente al decirlo así sin pensar, en voz alta ya me había parecido ridiculo hasta mí, más que ridiculo muy tópico, muy usado, aunque fuera verdad, hacía frío. Me reí con ganas, apoyando bien mi espalda en el respaldo del balancín mientras reía, era una de esas risas tontas, pero era agradable reirse.
Escuché lo que dijo y fui tranquilizandome yo también, pero aunque no me riera ya tenía una enorme sonrisa en el rostro, como rastro de la risa.

Negué con la cabeza-Estoy bien, y sí, sono de esos típicos comentarios de ascensor-dije mirandola, en su rostro tambien quedaban rastros de la risa como en el mío.

Estuvimos riéndonos ambas dos un rato, pero al final nos calmamos las dos, aunque el aire era mucho menos tenso que antes. Me froté los ojos con la mano libre, aún sonriendo, y después le di otro trago al café, que comenzaba a ayudarme a calentar el cuerpo aquella fría mañana. Miré a Scarlet unos segundos, sin saber como continuar la conversación.

-Y dime... ¿Por que has venido aquí?

Quizás era una pregunta algo estúpida, o indiscreta, pero, tenía algo de curiosidad por saberlo. Seguramente sería por trabajo, como yo, o, quien sabe, siempre hay una buena historia detrás de cada persona.

Después de calmarnos y hacer yo ese comentario en respuesta por así decirlo del suyo, se hizo un pequeña silencio. Aun así al tensión se había ido evaporando y ya ni era incomodo del todo, ese silencio, a diferencia del primero que se había hecho cuando nos habíamos conocido.
Cuando me miró le sostuvé la mirada, para seguir mirando luego al suelo de madera que formaba el porche de la casa, donde en la pared había el balancín.
Escuché su pregunta, la respuesta a esta era la típica, por trabajo, pero aún así era una buena forma de conversar
-Por trabajo, mi madre empezara a trabajar en el Hospital de Mystic Falls en breve, ¿Porqué has venido tú?-
respondí a su pregunta y luego pregunté con curiosidad mirandola por unos segundos mientras hablaba.

Ojala fuera tan fácil de explicar como su motivo, pero no lo era, porque si le decía que estaba allí porque mi padre creía que era emocionalmente inestable, al igual que mi madre que se había suicidado cuando yo era una niña pequeña, creería que estaba loca. ¡Ah! Y espérate. Me intentaron violar en un callejón y maté al tipo sin querer... Eso tampoco podía olvidarme de decirle, y lo menos importante, era una Mujer Loba o lo que sea. Si, obviamente, era igual de sencillo.

-También por trabajo, a mi padre le ha enviado aquí la empresa, y ya sabes... Aunque tampoco voy a echar de menos California.

Al menos aquí la gente no me conocía y no sabía que había ocurrido.

Esperé su respuesta, la cual escuché cuando llegó, es decir, cuando ella hablo.
- Veo que ambas hemos venido aqui por los trabajos de tú padre y de mi madre respectivamente-comenté, parecía ser una causa de lo más normal, al fin y al cabo, sin dinero no se podía trabajar y sin trabajo no ganabas dinero. Aunque eso supusiera no ver a mi madre mucho, pasaba tanto tiempo en el hospital que cuando llegaba comía algo y a la cama y cuando me levantaba la mañana siguiente ya no estaba o dormía, a cual peor.

-Así que California, Nunca he estado allí, ¿Llevabas mucho tiempo allí?-le pregunté por mera curiosidad con una sonrisa.

-Tenemos que seguir a nuestros padres como las ovejas al pastor...

Vale, ahora se pensaría que era una "rebelde sin causa" que no sabía de lo que hablaba. Pero realmente, no soportaba tener que seguir a mi padre a todas partes, quería ser mayor de edad para irme a Siberia a aislarme con mis "amigos" los lobos, al menos allí no sería una aberración. Bueno, si, seguiría siéndolo, pero nadie lo notaría porque no habría vecinos cotillas ni nada por el estilo, solo estaría yo en mi cabaña con lobos y nieve alrededor, eso, y un kilo de ropa, porque con el frío que debía hacer...

-Desde que nací, pero no te creas que es tan "guay" como lo pintan. Son todos unos hipócritas, niños de papa y unos superficiales...

Asentí a su comentario, al ser menores de edad nos tocaba eso, ir a donde iban nuestros padres, aunque no fuera de nuestro agrado, en mi caso tampoco tenía otro lugar a donde mi unico pariente conocido era mi madre.

-Bueno, calculo que debes tener más o menos mi edad así que en un año o menos podrás hacer lo que quieras-comenté, si tenía 17 como yo a los 18 sería libre de ir a donde quisiera, aunque en mi caso como estaba me quedaría,a decir verdad era casi como vivir sola con una madre que trabajaba tanto.

Sonreí mientras escuchaba lo que decía con atención-De niños de papa y mamá hay en todos sitios-dije simplemente, quizás en California eran todos así pero aqui o en cualquier sitio los había a patadas, algo que en mi opinión no era bueno para ellos, acababan siendo unos egoístas que sin la ayuda de sus padres no podían vivir ya que no sabían hacer nada solos.

Si, solo me quedaba un año pero seguramente no haría nada. No era como si cumplir años me fuera a dar el dinero suficiente. Vale, me iba a poner a trabajar en cuanto pudiera, pero no creía conseguir el dinero suficiente para toda la vida, y en Siberia no creía encontrar trabajo para alguien que no tenía estudios universitarios. Podría escribir libros, cambiarme el nombre por un seudónimo y vivir de historias ficticias.

-En un año puede pasar mucho.

Dije volviéndome a llevar el café a los labios y terminandomelo. Me acurruqué más en la manta, sonriendo por lo que decía. Si, era cierto, pero estaba segura de que en California todo era peor en ese aspecto, en California todo era más intenso.

-Si, supongo que sí, pero solo he estado en California, así que no podría decirte.

Se hizó un silencio, pero esta vez lejos de ser desagradable o tenso como los anteriores y sobre todo el primero, este fué agradable. Ella seguramente también estaba pensando en planes, en que haría, aunque quizás ella si que se mudaría a otro sitio lejos de su padre, en cualquier caso con 18 años era algo difícil, sin estudios universitarios o dinero, aunque dinero igual si tenía.
Escuché lo que dijo y asentí con la cabeza.

Me miré los pies, mientras los balanceaba con aire distraido y aparte de un mechón de mi frente.

Ella respondio a mi comentario sobre los hijos de papa y yo no supe que decir, más bien porque no parecía necesario decir algo.

-¿Qué te gustaría hacer si tuvieras dinero y ya los 18?-le pregunté curiosa mirandola con atención.

Nos volvimos a quedar en silencio, y yo aproveché para dejar la copa en una mesita que había cerca del balancín. Se escuchaba ruido dentro de la casa, mi padre se habría despertado, pero seguramente se pensaría que había ido a dar una vuelta o algo, no se preocuparía ni en mirar aquí fuera, así era mi padre.

Escuché su pregunta y me quedé pensativa. Tenía que ser cautelosa con lo que decía, ya que eso estaba muy ligado a mi condición de loba, y no podía contestarle cualquier cosa a la buena de Dios.

-Pues... Supongo que me iría a una ciudad grande, donde pudiera caminar por la calle sin que la gente me viera, simplemente ser una más, no destacar, poder vestir como quiera, decir lo que quiera, hacer lo que quiera... O irme lejos, muy lejos, a un sitio aislado a, simplemente, vivir. ¿Tú?

Esperé su respuesta mientras la miraba, parecía pensativa, a decir verdad era una pregunta quizás un poco de contestar, al menos para mí, había muchas cosas que quería hacer, pero por sobre de todas, quería ser cantante.

Escuché su respuesta y su pregunta y me quedé pensativa yo esta vez. Me daba verguenza decirle que quería ser cantante, sonaba estúpido, el tipico sueño de muchos que pocos cumplian y dandome verguenza cantar en público pocas posibilidades tenía.

-A mi me gustaría ser cantante, igual ni que fuera empezaría a cantar donde me saliese una oportunidad, tipo, un bar o algo y ver donde me lleva, aunque por otra parte, si no me saliera bien la cosa estaría bien haberme sacado una carrera-dije con tímidez pero con ese brillo en los ojos de quien realmente le hace ilusión algo, no se, me daba verguenza decirlo a la gente.

Le sonreí, era un sueño típico de la niñez, pero solo los que realmente querían serlo lo guardaban incluso en la adolescencia, cuando los demás nos dábamos cuenta de que no podríamos ser astronautas, ni policías, ni princesas. Pero a ella se le veía realmente ilusionada por ello, así que realmente tenía ganas por serlo.

-Estoy segura de que podrás conseguirlo.

Entonces se escuchó a mi padre llamándome desde dentro. Era raro, se había dado cuenta de que no estaba en la cama. Rodé los ojos y suspiré.

-Creo que me toca entrar...

Escuché su comentario-Gracias-dije y se oyó una voz masculina proviniente del interior de la casa, al parecer llamaba a Willa, ¿Sería su padre? Eso se veía como lo más probable-Tú padre, ¿No?-le pregunté con curiosidad aunque estuviera casi segura de la respuesta, a esa hora y por como había reaccioando ella era casi evidente que se trataba de su padre.
Escuché su comentario, al que asentí con la cabeza. Me levanté busqué en el bolso rapidamente, saqué un boligrafo y un pequeño papelito y apunté mi móvil antes de darle el papelito
-Llamame un día de estos, sí, quieres, claro, Nos vemos-le dije con una sonrisa y me alejé y antes de que me perdiera de vista me despedí por ultima vez con la mano antes de desaparecer calle abajo.