Sola en casa{Engel, Willa}

Aburrimiento, una palabra que se pasaba por mi cabeza y que podía definir lo que hacía en ese momento, simplemente aburrirme, sin hacer nada, tumbada como estaba en la cama con la mirada fija en el techo, llevaba ya un rato así; Podía incluso afirmar con seguridad que había tres manchas de origen desconocido en este. No se veía mucho, pero fijandose como lo estaba haciendo parecían perfectamente visibles, demasiado evidentes, cosa que no eran.

Suspìré y cerré los ojos, un segundo, dos e inclsuo tres y luego los volví a abrir. No me encontraba del todo bien y por eso mismo me había tumbado, ayudaba un poco y al menos no tenía el peligro de que en marearme como antes pudiese caer al suelo, estaba sola en casa y mi madre no volvería del hospital hasta dentro de unas horas, de hecho, cuando la había llamado diciendo que me encontraba mal con el ruido de fondo podría jurar que o no me había oído bien o bien que pasaba deliberadamente de ello, sinceramente prefería la primera la segunda no era de mi agrado.

Me incoporé de la cama, me dolía la cabeza, pero mi aburrimiento era tal que prefería hacer algo por lo que me levanté de la mullida cama y bajé al piso inferior por las escaleras agarrandome con una mano en el barandilla para mayor seguridad ya que me tambaleaba un poco, no me encontraba realmente bien y al tocarme con la mano la frente la noté caliente, casi ardiendo.

Genial, igual incluso tenía fiebre. Caminé hasta la cocina la cual estaba cerca de las escaleras y busqué el termometro en el armario donde tenía que estar, no aparecía o bien no estaba allí, pero no tenía fuerzas para pensar donde podía estar. Finalmente me tomé lo primero que encontré para la fiebre, aunque era la ultima pastilla que quedaba.
Decidí ir y comprar más, solo por si acaso, era bueno tener en casa.

Hacía unos días -no mucho, no me gustaba hacer esperar a mis presas- me había fijado en una chica en concreto. Había tenido la mala suerte de toparse conmigo, aunque ella no se hubiese dado cuenta. Sólo había sido de pasada, ella ni se había percatado de que había pasado a su lado, y mucho menos que me atraía. Pobre de ella.

Los días siguientes la seguí a escondidas, vigilando todos y cada uno de sus movimientos. En poco tiempo supe qué hacía, con quién se relacionaba y qué lugares transitaba. Vivía con su madre. Esta mujer había salido de casa durante mi sesión de "recopilación de información" aquel día especial. Inmediatamente la etapa de informarse había terminado, era el momento de pasar a la acción. La pillé por el camino y usé el control mental para hacer que no volviera hasta bastante tarde, si en un futuro quería matarla lo haría, pero de momento mi objetivo era la chica.

Estuve comiendo primero, tenía que aguantar sin morderla hasta que acabase de jugar con ella. Después volví a la casa y me la topé en la puerta, ¿A dónde iba? Eso no estaba en mis planes... Improvisé y empecé a jadear, apoyándome en una pared con aspecto asfixiado.

- Perdón... Hola... Necesito un vaso de agua... ¿Te importaría?

Iba ya a salir de la casa, mientras repasaba mentalmente que no me hubiese olvidado de coger el móvil o peor aún, las llaves o dinero. Entre tanto, mientras salía aun pensando en ello me topé con un chico que estaba justo en la entrada de mi casa. Iba a preguntarle si se econtraba bien, pero justo hablo el primero, pidiendo un vaso de agua, parecía asfixiado.
-Claro, no me importa-dije con una sonrisa-era de lo más inoportuno ahora que justo iba a salir pero yo era alguien amable por naturaleza-y abrí la puerta de la casa, la cual justamente había acabado de cerrar y entré en la casa.
Le miré, seguía fuera, no había entrado detrás de mí-Pero, no te quedes aquí, pasa, pasa-le dije con una leve sonrisa y me encaminé hasta la cocina, concretamente hasta el armario donde mi madre había guardado los vasos, los platos y demás. Lo abrí y me dispusé a sacar un vaso cualquiera.

No estaba preocupado por si no quería ofrecerme el vaso que le estaba pidiendo, porque en ese caso recurriría a mi práctico control mental, aunque eso no era tan divertido a veces, en otras ocasiones sí, pero no siempre. El caso es que finalmente fue amable conmigo, y no sólo eso, me sonrió. A cambio le concedí otra bonita sonrisa de las mías, ésas que encandilaban.

- Gracias...-volví a hablar entre jadeos. Ella se dio la vuelta y yo me erguí del todo para respirar hondo, fingiendo así que había cogido aire y que ya podía respirar mejor. Llevar más de un siglo así me había convertido en un magnífico actor. Era muy divertido engañar a las presas antes de matarlas. Abrió la puerta y entró, me quedé en la puerta y miré el marco de ésta, disimulando, si no me invitaba a pasar... Pareció darse cuenta y al final lo hizo. La miré sonriente y entré para después cerrar la puerta tras de mí.

La seguí hasta la cocina y me senté en una silla a esperar por el vaso de agua. No, no podía esperar, me levanté a velocidad vampírica y antes de que ella pudiese coger un vaso le golpeé la cabeza con uno de los armarios de la pared, dejándola inconsciente. Cayó en mis brazos y la levanté en el aire, parecía dormida. Estaba tan adorable así...

- Pobrecita...-dije con burla mientras le apartaba un mechón de la cara. Caminé hacia el salón y la dejé en el sofá. Luego fui a la cocina a buscar una silla. Luego busqué un sótano o algo parecido y lo acabé encontrando. Vi algunas cuerdas allí y cinta americana, cogí las dos cosas y volví al salón. Cogí a la chica y la dejé sentada en la silla. Luego até sus manos por detrás y cada una de sus piernas a las patas de la silla. Luego rodeé su tronco con otra cuerda, muy prácticos los utensilios de su casa. Después de eso me senté en el suelo frente a ella sonriendo, esperando a que despertara de su sueño provocado.

Estiré el brazo para coger uno de los vasos cuando algo me empujó y después, me desmayé. Recuperé la conciencia ¿Qué me ha pasado? Me pregunté mentalmente, me dolía mucho la cabeza y fui abriendo los ojos lentamente ya que me molestaba la luz y hacía que los entrecerrera y mi mirada topó con la del chico, el cual estaba sentado en el suelo con una sonrisa.

Intenté llevarme una mano a la cabeza, en la cual creía que tenía una herida pero, para mi sopresa, no podía mover la mano. Lo intenté con la otra y entonces me percaté de que las tenía ambas atadas a la espalda, en la silla que estaba sentada. Lo intenté una vez más, pero solo logré que la cuerda me arañara las muñecas.

Me miré y me dí cuenta de que no solo tenía las manos atadas, sino que una cuerda pasaba por mi torso y otras dos ataban mis piernas a las patas de la silla. Intenté moverme, forcejeando unos segundos con el pánico reflejado en mi rostro, pero solo logré que casi me caiera hacía delante, algo que para mi suerte pude evitar.

Miré al chico con los ojos muy abiertos, tenía ganas de gritar, pero no es que no pudiese, porque nada me tapaba la boca, pero no podía intenté gritar pero de mi boca solo salio un sonido ahogado. Tenía miedo, ¿Qué quería él de mí?

Observé la casa mientras aguardaba al despertar de la bella durmiente. A mi criterio estaba bastante bien. Pobre humana, mira que dejar pasar a un extraño a casa sólo porque necesitaba un vaso de agua, cosa que era mentira obviamente. No tardó mucho en despertarse y yo volví a mirarla en cuanto noté que lo iba a hacer. Comenzó a moverse, parecía confusa, finalmente se dio cuenta de la situación y mi sonrisa se hizo aún más amplia.

Vaya... Es asustadiza.-pensé con burla. Aún no le había hecho nada de verdad y ya estaba asustada. Lo fuerte no había llegado, aquello ni siquiera había empezado aún. Sus ojos me miraban muy abiertos y su boca salió una especie de gemido. Solté una risa baja entre dientes y me levanté del suelo apoyándome en una mano. Me acerqué a ella y me agaché en frente, tomé su mentón y alcé su rostro, pegando después mi frente a la suya.

- Tienes miedo...-dije con voz de ultratumba.- ¿Verdad?-le sonreí con falso cariño y la solté sin ser brusco, me erguí y di vueltas a su alrededor, como hacen los animales con sus presas. Finalmente me quedé detrás de ella y coloqué un mechón detrás de su oreja, luego acerqué mi boca a ésta.- Haces bien...-susurré con la voz un poco ronca. Olía su miedo y eso me ponía frenético.

Me mantuvé quieta, como un animalito enjaulado, sí, así me sentía un como el animalito en manos del predador, como el gato y el ratón siendo yo el ratón obviamente, y el hecho de que por el momento el fuera hasta cuidadoso no hacía más que inquietarme, le hacía más peligroso, tenía paciencia, calma, y eso no era bueno.

Se acercó a mi tomando mi mentón y alzando mi rostro para después pegar su frente a la suya, era extraño, ¿como alguien que parecía ser malvado tenía aspecto de angelito? Porque eso mismo parecía, un ángel, con su pelo rubio y sus ojos azules, tenía un aspecto ángelical, un lobo con peil de cordero eso era.

Pensar todo aquello no me tranquilizaba lo más mínimo, pero no podía evitar pensar en ello, como tampoco podía evitar tener miedo.
El me hablaba, hacía preguntas retoricas y se movía a mi alrededor, alrededor de su presa, como un cazador y yo permanecía quieta, con el miedo en mi azul mirada.

Quedó detrás de mí y sentí susurraba, cerca, muy cerca, y se me pusieron los pelos de punta con el temor a flor de piel.

Se había quedado muy quieta, como si estuviese paralizada. No era de extrañar, aquella víctima me estaba gustando, a parte de tenerla atada no me estaba dando problemas. Otros humanos habían intentado librarse de mí golpeándome, huyendo, contándome su vida... Estupideces y otros asuntos que me cansaban demasiado, y además me acababan enfadando mucho. Los humanos podían llegar a ser agotadores. Pero esta chica ni había soltado palabra, estaba aterrada.

- Qué podría hacer contigo...-murmuré pensativo.- No tenía ningún plan, simplemente me he dedicado a observarte estos días. Sobrecogedor ¿Verdad?-me quedé pensativo un momento y miré su cuello.- Vamos a divertirnos un ratito ahora.-seguí susurrando junto a su oído y acaricié el lado izquierdo de su cuello, como si lo estuviese preparando para morderlo.- ¿Para qué engañarte? Yo voy a divertirme, tú vas a pasarlo mal.-agregué y lamí la zona que había estado acariciando segundos antes. Llevé una mano a su abdomen y luego la arrastré hasta llegar a uno de sus pechos para cogerlo con firmeza. Pasé mis dientes por su cuello, arañándolo sin hacer ninguna herida aún. Me sentía demasiado tentado...

Había quedado en llamar a Scarlet para quedar hoy, pero no me cogía el teléfono. Tampoco es que me extrañara que alguien no me cogiera el móvil, ya que solían evitarme, pero me había dado la impresión de que, realmente, le había caído bien. A mi, desde luego, me caía bien, la consideraba mi primera amiga en Forks, y ahora me estaba evitando...

Así que me vestí, con unos vaqueros rotos, camiseta de Nirvana suelta, chaqueta de cuero y Dr. Marten's, y fui a su casa. Si, era un poco desesperado, pero, quería saber porqué no me cogía el móvil, ¿Vale? Iba a llamar a la puerta, pero mi mano se quedó congelada a punto de llamar. Desde fuera parecía que no había nadie, pero con mi oído super-desarrollado estaba oyendo voces.

Fruncí el ceño, extrañada, ya que las pocas frases que oía no me estaban gustando nada. Decidí dar un rodeo, ya que las voces venían de la parte trasera de la casa, y, efectivamente, se colaba algo de luz entre las persianas. Me asomé a la ventana, cerca de la puerta trasera, y vi a un chico rubio, cuya cara me sonaba muchísimo, tocando a Scarlet. En primera instancia, pensé que era su novio-ligue lo que sea, pero Carly no parecía muy contenta... Es más, parecía tener miedo.

Entrecerré los ojos y me pareció ver que estaba maniatada. Con nerviosismo saqué mi móvil del bolsillo de la chaqueta, con tan mala suerte que se me cayó entre los arbustos, provocando que éstos se movieran.

Cerré los ojos, su voz era en cierto modo hipnotizante, sus palabras se clavaban en mi mente sin que yo lo quisiera, él seguía susurrando aunque para mí eran más siseos, cual serpiente amenazando a su indefensa víctima y ahora iba a por mi cuello, ¿Como lo sabía? Sentía sus manos en mi cuello y intenté mover la cabeza, para apartarme de él como pudiera más con su ultimo comentario, el cual me aterro, a saber que me haría, bueno, podía hacerme una pequeña idea general, o eso creía.
Su mano en mi pecho y sus dientes en mi cuello, arañandolo, pero sin hacer herida alguna.
Abrí los ojos, seguía detrás de mi por lo que realmente no le veía, pero podía sentir su mirada azul sobre mí y imaginarme su rostro, ese rostro con aparencia angelical que había salido demonio.

Me estaba cansando de que estuviese tan callada, ¿Por qué los humanos eran tan extremistas? O atacaban, o gritaban, o suplicaban o hablaban demasiado o se quedaban callados como muertos. ¿Por qué no aprovechaban que aún estaban vivos para decir algo? Joder, es que había algunos a los que había que romperle la boca para que se callaran de una vez pero a esa chica... Esa humana necesitaba calentamientos de la lengua o algo así.

- ¿No vas a decir nada?-inquirí con tono irritado. Sin dejar de tocarla tomé su mandíbula con la mano libre y le hice alzar la cabeza.- No querrás que te haga gritar para volver a escuchar tu voz ¿Verdad?-le dije con un falso tono de pena. Fue entonces cuando escuché un ruido proveniente desde la parte más alejada de la zona principal de la casa. Fruncí el ceño y la solté, apoyé una mano en el respaldo de la silla.- Vaya... Parece que tenemos un compañero de juegos...-dije sonriendo de forma macabra aunque ella no pudiese verme porque seguía detrás de ella. Caminé hacia la salida trasera lentamente.- ¿Dónde estás?-canturreé. Tenía que esperar a que entrara en la casa porque lo que había oído habían sido los arbustos del jardín.

Me agaché entre los matorrales, el corazón me latía alocadamente en el pecho. Sentía la necesidad de salir corriendo, pero era Scarlet la que estaba allí dentro, y él quería hacerle daño... Palpé con la mano la tierra, en busca de mi móvil, pero no podía encontrarlo. Mi mano tanteó más rápidamente, presa de la impaciencia y la desesperación. Necesitaba encontrarlo, necesitaba llamar a la policía.

Mi mano se quedó congelada al escuchar la puerta abrirse, y segundos después la voz del atacante. Se me pusieron los pelos de punta, no sabía que hacer. Podría enfrentarme físicamente a él, pero, ¿Le ganaría? Supuestamente era más fuerte de lo normal, pero últimamente tenía la teoría de que todo el mundo era un vampiro, termino que había conocido hacía poco.

Cerré los ojos, si echaba a correr, podría llegar a otra casa, a un teléfono, y llamar a la policía, si, eso es lo que haría. Me armé de valor y salté de los arbustos con rapidez, echando a correr hacia la parte delantera de la casa.