Como si no conociera el pueblo... (Alex)

No soportaba estar en casa todo el día. No iba a clase porque no podía estudiar ni centrarme en las lecciones de los profesores, aunque me habría encantado conocer al profesor de Historia y hacer ejercicio, pero los recuerdos de Carmen me asaltaban y se me clavaban en el pecho como cuchillos afilados. John me comprendía muchísimo, él también sufría con la muerte de Carmen, ellos no habían podido convivir como pareja sentimental pero en la distancia se llevaban fantásticamente, eran muy buenos amigos, y eso me agradaba. Pero como si no fuese poco el hecho de que no pudiera tener amigos en el instituto de Wichita Falls, mi única amiga -mi madre- se había muerto, había sido un golpe durísimo para mí. Después de eso y de romper el mobiliario de mi casa por la rabia me mudé a casa de mi tía... Allí me dio la lata con sus paranoias de siempre.

¡Charlotte, querida, hay un vampiro en la casa!
Que no, tía Cromentia, que no existen los vampiros.
¡Míralo, míralo!

Yo había mirado, y resultó ser el gato del vecino que se había colado por la ventana abierta de la cocina, Cromentia se dio cuenta y suspiró, dejándose caer agotada sobre el sofá del salón. Finalmente llegué a Mystic Falls con mi padre, era un pueblo que se me antojaba lúgubre, pero no por cosa de mi depresión, siempre me había parecido un pueblo oscuro y extraño, no era como Wichita Falls. Me preguntaba por qué el cambio, en Texas hacía mucho calor pero tampoco era tanto como para que me crease esa impresión. Volviendo al tema... Esa tarde acabé llorando de nuevo y no pude aguantarlo más. Me puse una rebeca, cogí las llaves de casa y las de mi furgoneta y salí de casa. Puse en marcha mi automóvil y conduje rumbo a la librería más cercana. Compré un libro de fantasía -el género que más me gustaba- y salí del lugar leyendo el libro. Me senté en un banco y comencé a leer. Cuando quise darme cuenta se me había hecho de noche y me llevé una mano a la cara.

- John se va a preocupar...-murmuré para mí y me levanté tras cerrar el libro. Empecé a caminar pero me mordí el labio cuando me di cuenta de que me había perdido, era normal, nunca había estado durante la noche en el pueblo por lo que no conocía el lugar más que de día.- Vale... ¿Y ahora qué hago?-pensé en voz alta una vez más. Comencé a caminar de nuevo y me topé con un callejón sin salida.- Están por todas partes.-me quejé y me di la vuelta para salir de allí.

Venga ya, y no hay nadie por ninguna parte.-pensé cuando caminaba hacia el exterior del callejón, era bastante largo y había llegado hasta toparme con la pared porque de lejos no se veía nada con la oscuridad que acontecía. Llegué a la salida del callejón tras haber dado media vuelta y retrocedido sobre mis pasos anteriores.

Miré a todos lados en busca de alguien, no podía estar desierto. Vamos, era un pueblo pero yo había visto muchísima gente durante el día, no era posible que por la noche aquello se convirtiese en un maldito pueblo fantasma. Los jóvenes... A mí no me gustaba salir de noche, salir de fiesta y esas cosas que hacían los demás chicos de mi edad, pero suponía que aunque fuese un pueblo pequeño, su población joven también saldría a divertirse de noche. Oh, claro... Era media semana, no me acordaba de eso porque no asistía a clase, era una locura salir entre semana durante la noche, al menos en mi caso, que era una dormilona.

Divisé una figura no muy lejos de mi ubicación y pensé que sería buena idea preguntarle cómo podía volver a la librería, frente a la cuál había dejado mi coche. Pero me asaltó la vergüenza.

O eso, o te quedas aquí expuesta y John se cabreará contigo aunque te hayas llevado el móvil.

Respiré hondo y corrí hacia aquella persona, que resultó ser un chico bastante guapo, aunque no me fijé en ese detalle por la situación nerviosa en la que me encontraba. Me había colocado delante de él.

- Disculpa el abordamiento... ¿Me puedes ayudar? No recuerdo dónde se encuentra la librería, se me ha hecho tarde y ahora es como si no hubiese estado nunca aquí...

Sí, ya, la noche acaba de empezar, pero el día terminó.-pensé.- Y no me voy a quedar aquí sola durante la noche.

Mi mente se dividía en dos partes, una me decía que fuera con él para ir a la librería. La otra ni siquiera estacaba conforme con el hecho de que me hubiese acercado a aquel desconocido para pedirle ayuda, parecía joven pero la edad da igual cuando una mente está trastornada. Sí, estaba sacando las cosas de quicio, pero al igual que había heredado de mi madre el título de "Asesina de mosquitos del año", también solía ser catastrofista a veces, y las noticias eran sobrecogedoras, no me alentaban a estar sola en la calle -de día o de noche- y mucho menos con alguien que no conociera. Pero al final opté por la primera opción.

- No importa lo que haya de camino.-dije, si había llegado hasta allí desde la librería sin ningún problema podía volver hasta ella, tampoco me sentía demasiado cansada, de lo que sí estaba cansada era de llorar por la muerte de mi madre y de tener que seguir viviendo sin que ella estuviese a mi lado. Asentí a su última pregunta con la cabeza enérgicamente y esperé a que él se pusiera en marcha y me guiara, cuando llegara a casa me tiraría en la cama enseguida, o tal vez prepararía algo de cena, o más bien me llevaría una bronca de John por llegar tan tarde sin avisar. Entonces recibí una llamada y cogí el móvil, le hice un gesto al chico para avisarlo de que iba a contestar y me aparté un poco.- ¿Diga?

Era John, decía que iba a ver un partido de béisbol en casa de un amigo y que llegaría más tarde de lo normal, que no me preocupara, que me preparara la cena o cogiera las sobras del frigorífico. Luego me mandó un saludo cariñoso y un beso y colgó. Genial, él me llamaba para que no me preocupara y yo no lo había hecho por él... Claro, él no corría el riesgo de que yo le echase una bronca. Pero lo que él más temía era que yo desapareciera o, simplemente, encontrarme muerta porque no había podido soportar seguir viviendo. No era capaz de suicidarme, pero si alguien intentaba matarme -que dudaba que fuera así, por las buenas-, no me importaba demasiado. Volví con el chico mientras me guardaba el móvil y suspiré.

- Perdón, me llamaba mi padre, ¿Me llevas a esa calle?

Aceptó de nuevo a guiarme hasta la calle de destino, no se había molestado por haberlo dejado de esa manera para contestar a una llamada telefónica, eso me aliviaba, porque si me quedaba sin él no podría encontrar mi coche. En ese caso tendría que encontrar primero a otra persona a la que pedir ayuda antes de poder encontrar mi camioneta, que para colmo era de color negro... Suspiré sólo con ese pensamiento y me centré en la persona por la que estaba acompañada mientras mi mente volvía a repetirme -esta vez como si me diera un latigazo- que no fuera con él.

Finalmente comenzó a andar y yo lo seguí metiéndome las manos en los bolsillos mientras escuchaba su pregunta. Fruncí levemente el ceño, ¿Ahora se ponía a preguntar? Vale que se hubiese mostrado dispuesto a ayudarme pero comenzar una conversación de ese tipo... En fin, ¿Qué más daba? Al meter las manos en los bolsillos había topado con algo frío, un spray de pimienta que me había colado John sin que yo me diese cuenta, y no me había percatado de él porque ni me había molestado en mirar en qué era lo que me pesaba dentro del bolsillo.

- No soy nueva, pero como si lo fuera. Nací aquí pero me mudé a Texas con un año, he venido aquí a pasar las vacaciones cada año y ahora me he mudado definitivamente para vivir aquí.-respondí. Qué calle tan larga y sospechosa, de verdad que me estaba rayando que no hubiese nadie por ninguna parte.- ¿Y tú por qué estabas por aquí afuera? Parece que todo el mundo huye de la oscuridad en este pueblo.

Sí, sí, a mitad de semana, eso ya lo había pensado yo antes, ¿Pero por qué estás tú aquí?-pensé. Él parecía joven, no sabía muy bien qué edad tendría pero tenía toda la pinta de ser estudiante, a menos que fuera uno de esos que no hacían nada en la vida más que rascarse aquello que les colgaba de entre las piernas. Pero no era cuestión de pensar en eso, al menos el chico se había ofrecido a ayudarme. Si no hubiese estado ahí de noche a pesar de lo extraño que era eso por la situación en la que nos encontrábamos, yo seguiría perdida o estaría en algún caso peor. Pero entonces... Si no me importaba lo que me pasara ¿Por qué estaba tan preocupada por sentirme sola y perdida en aquel lugar? No lo sabía muy bien, pero en aquel momento me daba igual y no me iba a parar a pensarlo.

Él había comentado que Texas era bonito, sí, lo era. Para mí era el paraíso, sobre todo si lo comparabas con Mystic Falls. Aquel bello sol que abrasaba pero que te hacía sentir bien, aquellos cactus que poblaban el lugar en mayor cantidad que las personas... Suspiré de nuevo justo en el momento en el que él respondió a mi pregunta. Salió a distraerse... Podía aplicarle lo mismo que a los demás, era mitad de semana ¿Y de qué forma iba a distraerse él solo por la calle sin nada que hacer?, aquella excusa no era demasiado buena para mí pero no le di mayor importancia y me dispuse a presentarme tras haberlo hecho él. Le tendí una mano a modo de saludo pautado.

- Yo soy Charlotte, pero me llaman Charlie.-le sonreí. Me llamaban Charlie, sí... Los que me llamaban.